Llegada a Uruguay: Colonia del Sacramento
Punto (y a parte) en la etapa argentina. Llegó el momento de hacer un paréntesis en los días de colectivos, de subte, de caminar entre hormiguitas calle arriba y abajo. Dejamos el “quilombo” a un lado.
Tras cruzar el Río de la Plata, Uruguay me ha dado la bienvenida con una joya desconocida. La melodía del agua, los ritmos de los pájaros, los ladridos de los perros callejeros, y un pueblecito dominado por el color y un orden casi europeo para recargar energías.
¡Hola Uruguay! ¡Hola Colonia del Sacramento!
Montevideo y los viajeros que se van metiendo en la mochila
Uruguay “a la francesa”. Tras un maravilloso día en la colorida Colonia, continué mi viaje hacia la capital. En el autobús ya no iba solo, sino con Antoine, otro viajero solitario, de Rennes, con el que me crucé en el último hostal.
Montevideo nos ha sorprendido con sus calles frías y silenciosas, desiertas, tranquilas, y alejadas del bullicio al que nos tenía acostumbrados Buenos Aires.
Mañana proseguiremos el viaje por la costa uruguaya acompañados de Sorya, otra chica francesa que hoy se ha unido a nuestras aventuras charrúas.
Punta del Este fuera de temporada
Uno siempre se pregunta cómo será uno de esos destinos (Mallorca, las islas griegas, la costa croata…), cuando agosto llega a su fin y los turistas recogen sus sombrillas antes de que el sol y el calor desaparezcan 9 meses.
Punta del Este me ha dado la respuesta: abandonada, olvidada por la humanidad, por los visitantes egoístas que solo la quieren por su calor y sus rayos de sol.
Caminar hoy por esta playa es imaginar el hervidero de bikinis y toallas que habrá sido esto hasta hace unas semanas. Pero es también escuchar el silencio de un lugar que ahora descansa, que disfruta de la soledad. En el que a veces un centímetro cuadrado de arena es disputado por 100 humanos. Y otras, como hoy, 100 metros cuadrados son para uno solo. La inflación de la costa.
Despedida de Uruguay
La primera etapa del viaje llega a su fin. Uruguay, el gran desconocido, isla europea en la vorágine sudamericana.
Equivocadas, sin embargo, las opiniones de los que dicen que no merece una visita. Colonia y la paz de sus calles adoquinadas, sus pescadores silenciosos deseosos de soledad, sus perros callejeros a la búsqueda de afecto.
Uruguay es recorrer su costa, de pueblo a pueblo, por carreteras rodeadas de verdes campos y de caballos. Parar en el medio de lo que parece la nada, y que se suban cinco nuevos viajeros. Es Montevideo y sus conductores educados, que se paran cuando su semáforo está en verde, pues el peatón va primero.
Es viajar en autobús por la capital y que, parada tras parada, se sucedan en el vehículo los artistas callejeros que interpretan una canción a cambio de… un aplauso ante todo.
Es su gente. Que te recibe y, aunque estés de paso, te hace entender que un día pensarás en Uruguay y dirás: me sentí ciudadano de ese bello país.
Uruguay merece no solo una visita. Merece cambiar los planes y quedarse un día más. Todos los días, un día más.
Arriverdi Uruguai
L’uruguaiano DOC non esiste, dicono proprio i locali. «Noi siamo 50% italiani, 40% spagnoli e 10%… Non so l’altro 10%”, mi diceva ieri un ragazzo di Montevideo.
Si sente infatti la loro italianità dall’accoglienza che mi hanno regalato nell’ultima settimana. Mentre uscivo questa mattina dalla capitale del piccolo paese sentivo di lasciare una piccola parte di me in questa bellissima città: amici, ricordi, segreti nascosti di Montevideo. Un vuoto nel cuore che mi ha fatto pensare al dolore caldo che ho sentito ogni volta che mi sono allontanato dall’Italia, la mia seconda casa. Anzi, semplicemente Casa Mia. Dolore… Ma calore e felicità per la bellezza dei secondi trascorsi.
Non è stato facile lasciare l’Uruguay. Perfino la climatologia si è ribellata contro la mia partenza. Pioggie senza fine, venti che hanno fatto sospendere la navigazione attraverso il Rio de la Plata… Addirittura un uragano nel piccolo paesino Dolores.
Tuttavia è arrivato il momento di partire. Di continuare il mio percorso verso altre persone meravigliose e altri luoghi fantastici che sicuramente mi aspettano in questo bellissimo continente. Il momento di dire “addio” è giunto. O forse, come tante volte mi è successo con la mia amata Italia, soltanto sia un “Arrivederci”.